29 de enero de 2013

No fuiste un amor de verano...

Cariño, tú no fuiste un amor de verano, porque es invierno y todavía te recuerdo. 
Y me niego a pensar que es cierto, porque lo que yo sentía era mucho más que eso.
Si hubieras dicho "quédate" lo hubiera hecho, sin pensarlo, por que eras todo lo que quería al alcance de mi mano, y poco a poco sentía como te escapabas de mis dedos.
Yo moría.
Empezaba a hacer frío, llovía y tú te alejabas.
¿Y qué? El tiempo no es directamente proporcional al amor.
Aunque no te viera, te quería mucho, incluso más.
Porque tu ausencia hacía que te deseara un poco más, amor.
Pero me olvidaste, y no pude hacer nada para que no te fueras, porque ya te habías ido.
Y ahora que miro por la ventana, por si vuelvo a verte, me pregunto si fue cierto que exististe.
Si, lo hiciste. Aun guardo tu gorra en el cajón esperando a que te la devuelva.
Pero no quiero dártela, por que se me acaban las excusas para volver a verte. 
¿Por qué acabó todo esto?
¿Qué fue lo que hicimos mal?
Todo parecía tan perfecto a tu lado...
Tus ojos mirando los míos, tu nariz y la mía pegadas, nuestras bocas a cinco centímetros mientras la gente pasaba y nos miraba.
No podía imaginar absolutamente nada mejor que eso.
Porque te quería tanto que hubiera dado mi vida por que no se acabara el verano.
Y ahora quemaría ciudades por el calor de tus brazos. 
Hace frío, es invierno y todavía te recuerdo...
Porque no fuiste un amor de verano.
—Usmile

17 de enero de 2013

Big bang thing.

Ya no puedo más. Me siento como si todas las cosas que he ido acumulando se han quedado atascadas en mi garganta y ahora no pudiera respirar. ¿Qué he hecho mal? ¿Por qué? La presión por alcanzar la perfección es tan grande, que ahora mismo me escondo en mi habitación con las persianas bajadas para que la luz no descubra mis lágrimas. ¿Alguien me dirá si lo he hecho bien? Por favor, que alguien me conteste. Me siento frustrada, como si tirara una pelota a un agujero sin fondo y esperase a que volviera de nuevo. Es como correr en círculos, tropezar con el mismo error todos los días de mi vida.
Y por muchas palabras que me digas, no me vas a convencer. Por muchas explicaciones que inventes no voy a conformarme. Por mucho que intentes ponerte en mi lugar, no lo vas a conseguir, porque no eres yo.
Me han dicho tantas veces que es una estupidez, pero me siento fuera, me siento rara. ¡Quiero sentirme importante, guapa, joder! Que no soy superficial por mirarme todo el rato en un espejo, soy insegura. No te hablo porque sea borde, si no porque soy tímida. Y lo peor de todo es que yo me vea a mi misma encerrada en un tarro de cristal, pero los demás me vean inaccesible. ¡Sacarme de aquí! Por favor...

13 de enero de 2013

Las perdices están en peligro de extinción.

Se despidió agitando la mano derecha a la vez que intentaba evitar que una lágrima se escapara de sus ojos. La echaría de menos. Ana era su única amiga en el hospital, y ahora que se trasladaba a un hospital donde pudieran tratarla de manera más especializada, sentía como si alguien hubiera taladrado su pecho dejando un increíble agujero. Se alegraba de que la llevaran a un lugar mejor, pero la que tendría que ver su cama vacía todos los días era ella. Bueno, eso sería incluso soportable, lo que no podría encajar sería aguantar a un extraño ocupando su lugar.

Era la hora de la comida, y de alguna manera, que hubiera flan la hizo sonreír, porque era el postre favorito de Ana y sentía como si una pequeña parte de ella siguiera allí con ella. Al terminar llevó su bandeja a la basura tirando los restos de la comida y dejándola junto al resto, como hacían siempre. Volvió a su habitación, donde pasaba la mayoría de las horas mirando por la ventana como la gente entraba y salía del hospital, por muy estúpido que pareciera, los envidiaba a todos ellos. Antes solía pensar mucho en como sería su vida fuera de esas paredes si aquel tumor no hubiera aparecido. Seguramente tendría un grupo de amigos, estaría pensando en su graduación y hasta puede que saliera con alguien. Pero todas esas cosas tan normales como salir al cine parecían cuentos sacados de la mente de algún loco cuando hablaba de ello con su madre, que con ojos comprensivos intentaba explicarle que todo aquello era una utopía. A veces se preguntaba incluso que sé sentiría al llegar tarde a casa y estar castigada un par de semanas.
Unos golpes en la puerta hicieron que todos sus pensamientos se desvanecieran y pusiera su atención en la enfermera que sonreía en el umbral. Delante de ella, en silla de ruedas, un chico que tendría más o menos su misma edad fruncía el ceño y cruzaba los brazos.
—Este se llama Sergio, va a estar poco tiempo aquí así que puedes hacer como si no estuviera.—bromeó.
—Hola—saludó intentando parecer amable, aunque en realidad él no parecía ser muy amigable.
La enfermero lo llevó hasta la otra cama, donde hace apenas unas horas su amiga había dormido y lo subió a ella. Cuando hizo esto, vio como soltaba pequeños gemidos de dolor cada vez que la mujer le tocaba. Tenía que doler lo que fuera que le pasara, pero igual que él no parecía muy interesado en ella, ella le devolvió el sentimiento. 
—Hasta luego chicos.—dijo cuando terminó su trabajo y desapareció por la puerta.

Aquel primer día Sergio y ella no parecían encajar muy bien juntos. Él parecía rebelde, de los que ves siempre con una chaqueta de cuero y deportivas. Ella sin embargo era el ejemplo perfecto de inocencia y alguien acostumbrado a no protestar. La mañana siguiente de alguna manera consiguieron entablar una conversación que se extendió un par de horas. Así se enteró de que se había caído de la bici en medio de una excursión a la montaña, que era lo que más le gustaba en el mundo, y que había supuesto un par de huesos rotos y bastantes moratones. Él se enteró de que su vida se basaba prácticamente en el hospital y que todo el mundo la conocía pero que no tenía ningún amigo (al menos ya no) porque era demasiado tímida. Poco a poco se fueron haciendo más amigos y el agujero de su pecho se fue haciendo más pequeño, a pesar de que supiera que él cada vez estaba mejor y ella empeoraba más cada día. Y todo ese tiempo que pasaban juntos sabía con más certeza de que le gustaba más de lo normal estar en su compañía. Estaba segura que si ella fuera Ana, ya habría intentado algo, porque ella era así de extrovertida, y bueno, ella no tenía cáncer, lo que no la obligaba a ir a quimio, por lo que ella no estaba perdiendo su pelo. Era una tonta por estar pensando en chicos cuando su aspecto, según ella, no la permitiría nunca saber lo que es que te besen bajo la lluvia. Estaba pálida, se la habían caído las cejas y apenas le quedaban mechones en la cabeza. Su tortura diaria era entrar en el baño, echar el pestillo y mirarse en el espejo hasta llorar. Minutos después volvía a la habitación, donde Sergio sonreía falsamente porque sabía la razón de sus ojos rojos.
Pasaron más días y a él le dieron el alta, y ella se ahogó más en lágrimas. Aún así, él seguía yendo a visitarla. Ella había hecho de toda esa mierda algo agradable y le había enseñado ver la vida con nuevos ojos.

Sería precioso decir que acabaron juntos y felices, pero si algo tiene la realidad es que nos jode a todos, y que las perdices están en peligro de extinción. Y que él fue lejos, a la universidad, y que ella superó el cáncer, pero de alguna manera sentía como si no fuera a recuperarse de algo mucho peor. Los dos conocieron a más gente, que no les completaba pero que si les satisfacía. De alguna manera su mitad andaba por ahí con una parte de su corazón. 
Todo por no querer dar el paso, por no saber las palabras adecuadas. A veces no nos damos cuenta de que es mejor arrepentirse de haberlo hecho que preguntarse qué habría pasado si lo hubiéramos intentado. Las casualidades no pasan porque si, y cuando se te presenta la oportunidad hay que cogerla con las dos manos.

12 de enero de 2013

Oh darling don't you ever grow up.

Nada es lo mismo dos veces. Y he hecho de eso mi lema. Ya nunca más volveré a abrir una Barbie con la misma ilusión en reyes, ya no podré bañarme con mi hermana y jugar a ser sirenas. Odio como todo ha cambiado tanto sin que me diera tiempo a penas para pensar lo que hacía. Cuántos errores quisiera borrar, cuantas cosas quisiera revivir con nuevos ojos. Lo dejé pasar todo tan rápido.
No me juzguéis por hablar así cuando aún no he terminado ni un cuarto de mi vida. Pero me siento tan arrepentida por no haber disfrutado como podía haber disfrutado las cosas, siento haberme cerrado tan pronto a todas las oportunidades que se me presentaron. Siento haber dejado piano, baile, dibujo, todas esas cosas que me gustaban hacer pero que me parecían inútiles, y todo por querer pensar como una adulta.
Y es que ahora me paso viendo las fotos del pasado y me invaden las ganas de poder volver atrás en el tiempo y ser de nuevo pequeña, tener los morros siempre manchados y decir tonterías que resulten graciosas. Veo mis videos caseros y me pregunto: ¿qué me pasó? ¿Por qué ya no soy así?
Soy muy cabezota, y no voy a admitir que lo único que ha pasado ha sido el tiempo, porque me niego a que mi vida se resuma a eso, a  años. ¡Podía haber hecho tantas cosas!
Recuerdo como me tiraba cuesta abajo en cualquier colina, "jugaba" al padel con mis amigas, hasta recuerdo como era ir colgando de los brazos de mi padre o la sensación de coger una bicicleta por primera vez.
Ojalá Peter Pan, mi amor de la infancia, viniera a salvarme y llevarme a Nunca Jamás. Ojalá pudiera quedarme congelada en el tiempo y huir junto con Campanilla. Pero lo más triste de todo es que hasta mi amor platónico de toda la vida se me está quedando pequeño, y sus piececitos ya no pueden cubrir mis pasos. Lo más triste será dejarlo todo atrás.
"Nunca digas adiós, porque decir adiós conlleva a irse, e irse significa olvidar"

6 de enero de 2013

Cosas que aprendes con el tiempo.

Fui de las que se escondían bajo unos mechones de pelo, de las que comían chuches sin preocuparse de básculas.
Fui de las que sonreían con facilidad y lloraban todavía más fácilmente.
Fui de las niñas con grandes mofletes y las rodillas llenas de moratones y raspones.
Fui de las que se arrepentían de comer, de las que odiaban su cuerpo, de las que no aguantaban mirarse al espejo. Fui de las que se comparaban con todo el mundo y deseaba ser cualquiera menos yo.
Soy fuerte.
Soy humana. Soy tímida, menos que antes pero lo sigo siendo. Soy de esas chicas que no conoces hasta que no te tomas la molestia de hacerlo. Soy divertida, o eso me han hecho creer. Soy diferente y estoy orgullosa. Soy cualquiera rodeada de desconocidos pero única con mis amigos. Soy de esas a las que les gusta el chocolate blanco antes que el alcohol, de las que disfrutan tanto estando solas como rodeada de gente. Soy creativa. Soy de las que no soportan a los que fardan. Soy de las que se enamoran de extraños que no vuelven a ver, de las que se casan con una canción, un álbum o una película.
Soy peor que como seré mañana y mañana seré mejor que hoy. Seré inteligente, seré querida. Seré la misma de siempre pero con algún detalle nuevo. Seré tímida. Seré madre. Seré orgullosa. Seré diferente. Seré muchas cosas. Pero fui, soy y seré hermosa a mi manera, y es lo que tengo que aprender.

Hagamos del resto de mi vida el mejor de mi vida.

¿Soy yo o todo está pasando demasiado deprisa? Cuántas cosas he dejado atrás en un 31 de diciembre sin darme cuenta. De verdad que todavía no me creo que estemos empezando de nuevo, no me creo que tenga todo un año por delante para equivocarme y vivir. En este 2012 han pasado tantas cosas, ha habido tantos cambios, tantos desengaños. Y todo en 365 días. He madurado, por lo menos así lo siento; he conocido a gente que espero que nunca me abandone y he aprendido tanto, tantísimo que me duele la cabeza solo de pensarlo. Es que no me lo creo ¡joder! No me creo ni el dos mil trece que hay escrito en la fecha del móvil. ¿Qué me espera en 2013? Si tantas cosas han pasado, presiento que todavía quedan más de la mitad. Una vez dije que en realidad, sólo es una medida de tiempo, como las horas, los días o los meses. Pero no puedo evitar pensar que es una oportunidad nueva para vivir como quiero, es una manera de volver a empezar de nuevo. Repetir el invierno, la primavera, el verano y el otoño y verlos con nuevos ojos.
Este año quiero enamorarme de verdad, quedarme hasta las cuatro hablando con mis amigas, hacer tantas fotos que no haya espacio para guardarlas. Y solo de pensar la larga lista de propósitos para todos los meses que me deparan me ahogo en ilusiones, ilusiones que no dejaré que se rompan a pesar de que me cieguen. Os deseo a todos un bonito 2013 lleno de propósitos cumplidos y mares de ilusiones.