28 de enero de 2014

Disculpen las molestias.

Hoy no abrimos, el local está a oscuras. Pedimos disculpas por las molestias ocasionadas pero se nos han cruzado un par de cables y estamos teniendo más de un problema técnico. Así que dedíquense a pasar de largo, a recordar que antes aquí había vida, estamos vacíos. El dueño ha cerrado la puerta y ha escondido la llave, quizás la ha tirado porque ya no la necesitaba. Eso no lo sabemos, sólo sabemos que todo está roto, caído, lleno de grietas y humedades. Les decimos de corazón que esta no era nuestra intención pero que las circunstancias han podido con nosotros, de modo que no hemos visto otra alternativa que decir adiós. Las ventanas están cubiertas con periódicos llenos de historias ya pasadas y el polvo se acumula sobre las repisas. Nos arrepentimos pero nos dejamos llevar. No llamen más al timbre, no estamos sordos pero es que ya no funciona, hace tiempo que no funciona... De todos modos, no creo que nada de esto les importe, total estamos destrozados y eso no es nada nuevo.
Igualmente, disculpen las molestias.

21 de enero de 2014

No sabría si decirte que estoy cansada.

Me dijeron que a partir de cierta edad dejabas de tener miedo a la oscuridad, pero no conozco otro tipo de sueño que una pesadilla. Quisiera saber si vivir es así de verdad o hay algo más detrás de estas cortinas de humo, y si lo hay, ¿cuándo se supone que desaparecen? De momento no le veo la gracia a levantarse para volverse a acostar, ni a hacer la cama para deshacerla más tarde. Los días pasan como simples "Martes", "Jueves", "Sábados" y yo sigo siendo la misma estúpida de siempre. Y me gustaría que las cosas cambiasen, y que todo dejase de ser un simple escenario donde los que pueden salen a lucirse y los que no mueren aplastados por la multitud. Me siento igual de vacía que nada, soy tan gris que no sabría decirte si hay más negro que blanco. Me arrepiento de todo y a la vez de nada. Me siento inútil pero a la ver afortunada. Egoísta por quejarme de mi misma cuando hay gente que muere por condiciones injustas. Ojalá no fuera yo, si no otra, otra que quizás haría las cosas mejor.
 "Tienes razón, pero mi cabeza no es tolerante a la verdad."

4 de enero de 2014

Esta vez no me caeré por las escaleras.

Despierto, veo escalones, y a ti en el último piso. No hay ascensores, ni escaleras mecánicas, solo pies descalzos y pocas ganas de esforzarme, total, ¿para qué? La vida es escalar, pero no me apetece clavar más veces mi pico en una superficie inestable, así que prefiero quedarme aquí atascada en mi pequeña cueva esperando a morirme de frío. Opto por ir hacia abajo, siempre he sido demasiado cobarde como para esperar si quiera a la hipotermia. Así que desciendo poco a poco por mi montaña, o deshaciendo los escalones detrás de mí. Es lo mejor, trato de decirme eso, así no podré equivocarme, así la distancia de la caída será menor, así me costará menos mantener la respiración, si no lo pienso mucho...
Entonces tu imagen de nuevo, en lo más alto, y tengo envidia y a la vez cierta admiración. Giro y contemplo otra vez los escalones, ahora son más y estoy más cansada. Pero subiría miles de kilómetros con tal de alcanzarte. Ahora corro, voy de dos en dos, de oca en oca y tiro por que me toca, por decirlo de alguna manera, para que me entiendas. Tropiezo, caigo, me rompo en mil pedazos, me levanto y recojo el mayor número de trozos que me permiten mis manos y sigo, cada vez me duele más, pero aún así no paro. Y mientras tanto pienso en ti, en lo lejos que estás y en lo difícil que resulta tratar de seguirte. Cuando quiero darme cuenta, estás a ciento un escalones detrás de mí.