28 de diciembre de 2016

Fyrsta.

en frío hielo cubierta,
dura y frágil, 
experta. 
Se hiela, pero nos mira.

Qué canción más bonita
baila el mar.
Imita,
se para, pero sí respira. 

Cómo quema cuando quieres,
arde e ilumina,
Pierdes,
se derrite, pero no expira. 

Qué corazón tan grande
echa un pulso.
Antes,                                 Ahora, 
se ahogaba.                       suspira.






20 de diciembre de 2016

Diecinueve odas, diecinueve años.

Debido a la gran cantidad de negatividad y mierda a la que me veo expuesta a diario, he decidido que las 22:57 de la noche es una buena hora para hacer una pequeña reflexión y buscar todos esos pequeños rayos de sol que parecen esconderse estos días. Así que esto es una

oda a la tecla de espacio de mi ordenador, la cual produce un sonido bastante curioso.
oda por los kilos de más que he ganado comiendo turrón.
oda a los niños vestidos de pastorcillos y ovejas en Navidad.
oda por ser medio lingüista y saber que el género no marcado en español es el masculino y que por lo tanto, se utiliza para formar el plural.
oda a la "tolerancia".
oda por mi indiferencia, mi burbuja.

oda a mi madre, porque con ella empezó todo.
oda a mi padre, gran filósofo casero, mejor lector y crítico.
oda a mi hermana, por hacerse mayor tan rápido.
oda a escribir esto con un gato encima.
oda a mi novio, porque es un gran partido.
oda por quien me conoce, menudo mérito.

oda al sol, por salir todas las mañanas sin importar lo cansado que esté.
oda por estar viva.
oda por una buena vida, ya que —por desgracia—  no se te garantiza al "estar viva".
oda al invierno, la primavera, el verano y el otoño.
oda por la lluvia poniéndome a prueba en todo momento.
oda por poder comer lo que queramos.

Oda a mí, a quien soy y lo que llegaré a ser. Porque de estas diecinueve, es la que más me ha costado entender.  


10 de diciembre de 2016

Si eres tan difícil olvídate de mí.

Llévame muy lejos de aquí por favor.
Estoy segura de que las hojas seguirán cayendo después de que me vaya, y no pasará nada. Quiero buscar otros soles, otra lluvia. Quizás más cálidos, quizás más limpia. Quizás brillan más si salgo ya. Si corro más rápido, si dejo esto de una vez, quizás me moje menos.
Si no me llevas lejos de aquí, seré yo la que se irá.
Y no pienso avisar. Y es que no quiero preocupaciones, solo que mis manos dejen de estar tan frías. Quiero que todos me olviden como es debido. Quiero olvidar, dejar atrás. Todo esto me supera, y parece que soy la única que no puede cargar con tanto peso.
¿Entonces, a dónde me llevas?
A otro sitio. Cualquier lugar que me haga sentir en casa, donde deje de importar todo eso que tanto nos importa. Lejos, muy lejos de aquí por favor. Me da igual el idioma, el dialecto o la lengua, pero que el número de kilómetros que tengamos que recorrer sea directamente proporcional al de mis ganas.
¿Nos vamos? Sácame de aquí.
No me llevaré el móvil. No habrá más emergencias puesto que esta es la última. El único gasto que haremos será en gasolina, porque no necesito nada más. Nada más que respirar, sentir el oxígeno acariciar mi tráquea y echar todo lo que me mata.

15 de noviembre de 2016

Soy débil.

Estoy hecha de carne y huesos muchos en su mayor parte desprovistos de calcio. Casi ninguno de mis músculos es tan voluminoso como desearía que fuera. Se me contraen cuando corro, están a falta de oxígeno porque mi corazón no da a basto con tanta sangre caliente. Pierdo el aliento subiendo las escaleras, no levanto ni un tercio de lo que peso.

Soy débil, pero la culpa no la tiene mi cuerpo. 

Creo que una sonrisa es mil veces más productiva que un ceño fruncido, pero me sorprendo cuando el espejo se quiebra en mil pedazos y sus fragmentos arañan mis mejillas. No te conozco pero aún así, eres igual de válido que yo para lo que sea, y siempre intentaré ponerte por delante, porque es lo que mi pecho me susurra que es correcto. Sin embargo tu huyes con mi ayuda como combustible; sin embargo me salpicas con petróleo las botas. Sin embargo nadie me aprecia; sin embargo nadie lo agradece. Soy dúctil a todo lo que me digas, moldeame a tu gusto porque te devolveré millones de reverencias. Te miraré desde abajo, me pondré a tus pies. Y tú escupirás en mi pelo, echarás aceite ardiendo sobre mis ideales. 

Soy débil, me duelen las mejillas.
Soy débil, estoy intoxicada.
Soy débil,  mi cabeza quema. 

Soy débil, pero no es mi culpa.  

2 de noviembre de 2016

don't make me drown.

Hoy de camino a casa ha salido en aleatorio una canción que hacía mucho que no escuchabas, y sin querer te has visto cabizbajo. El suelo estaba un poquito más cerca de lo que te esperabas y no has podido evitar que tirara de ti más de lo normal. No sabes por qué, pero algo dentro de ti para. Y es que por muy estúpido que suene, ahora todo se ve más gris. Los naranjas, rojos y amarillos de las hojas que han caído se funden con el color de la acera y desaparecen. No hay ningún motivo en particular, solo no te apetece ser nada más. Estás atascado en ese estado de neutralidad, en el que no sabías que seguías. 

Una canción y tu pulso decide hibernar. Una canción y estás cual imbécil romántico mirando a través de la ventana del tren. Te preguntas qué pensará la gente que te ve, si creerán que de verdad sientes todo ese dolor, o si es simplemente una canción. Todos tenemos problemas, está claro. Solo que unos más grandes que otros, otros más numerosos que los que quizás tengas tú. Es difícil saber quién lo está pasando peor entre todos, hoy en día todos tenemos mierda oculta bajo la alfombra (aunque algunos opten por dejar que se acumule sobre el parqué). Lo que está claro es que es solo una canción, pero estás a punto de explotar.

Hace tiempo no lo era. No era "solo". Antes era más que eso, antes dolía mucho más. Hace tiempo sentías cada palabra como puñales en el pecho. Hace tiempo estabas dispuesto a tatuarte el estribillo con tinta y fuego. Hace tiempo te faltaba el aire para cantar, y lo buscabas a tientas, a oscuras. Ahora es una canción que como el perro de Pávlov, solo te da hambre. Solo es polvo de lo que fue, la silueta de un cuadro que siempre había estado ahí y un día tiraron. 

Tienes suerte. Tu canción no llega a los cuatro minutos de duración y superas de algún modo esa pequeña crisis con otra más animada que esta vez has elegido tú.

19 de octubre de 2016

der Entschluss.

Una vez más decido.
Decido qué hacer, si callarme o escupirlo.
Decido si dejar que llueva sobre mí o usar el paraguas.
¿Qué? ¿Qué es lo que decido?
No sé cómo levantarme hoy, si empujar hacia arriba o si dejarme llevar por la gravedad.
Porque esto es más que cansancio.
Decido si dejar que las raíces acaben por aplastarme o arrancarlas.
Y qué más dan las flores. Qué más dan las ramas, las hojas.
Si por dentro el agua me pudre.

Una vez más decido
si por dentro estoy podrida, 
y si debo cubrirlo por fuera.
Decido a donde mirar y a donde no, 
porque a veces es mejor no pensarlo demasiado.
Decido si dejo que me resbale,
o que me empape la chaqueta.
Decido quién tiene el problema,
si yo
o el resto del mundo.

No sé, una vez más decido. 
Decido si decidir, 
si debería decirlo,
o si quizás mejor sea escribirlo.   


10 de octubre de 2016

Pábitel.

No sé a qué llamas vida, tú. Que te levantas y te quejas, ya sean las 6 de la mañana o las 2 de la tarde. Que desayunas y te quejas, ya queme la leche o te enfríe el esófago. 

No sé a que llamas vida cuando vives con el cejo fruncido, con los labios arrugados. Estás amargado y ya no sabes a qué llamas vida. Encorvado vas a clase y estudias, o bostezando te sientas frente a un ordenador y empiezas a teclear. No recuerdas todos los órganos que te componen y lo duro que trabajan por mantenerte vivo. No sabes que el culo no solo es para sentarse, sino que hay que moverlo. Muévete, haz algo más que quejarte. Que te hablan y te quejas, ya te digan algo bueno o malo. Abre los ojos, que puedes ver pero no sabes mirar. No estás ciego, pero te quejas de la luz, te quejas de la oscuridad. Tienes algo que comer, pero te quejas de que no sea lo que te esperabas. 

No sé a qué llamas vida cuando más bien pareces un cadáver. Pálido, ojeroso y con los labios morados porque no sabes tomar el sol. Cuando parece que te duele cada respiración y todo son suspiros. Despierta que tienes todo un mundo esperando a que lo descubras. Despierta que ya va siendo hora de que disfrutes de algún amanecer. Y los anocheceres tienen cierto encanto si sabes con quién pasarlos.

No sé a que llamas vida si no vives.


6 de septiembre de 2016

Nuestra capacidad de autodestrucción puede llegar tan lejos que somos nosotros mismos quiénes ahogamos nuestras propias llamas.

Si tuviésemos que contar la cantidad de extraños con los que cruzamos a lo largo de nuestra vida acabaríamos pensando que solo somos la última mierda del universo. 
Gracias a dios a nadie se le ha ocurrido de momento, así que nuestro ego permanece intacto. Seguimos siendo especiales, con talento, únicos. ¿No?
No lo sé, pero te miro y me pregunto a cuántos extraños habré tenido que desechar para llegar a conocer tus ojos.
Me dices que eres uno más del montón, y por un instante se me olvida que somos solo granos de arena, y te recuerdo que juntos formamos algo tan bonito como la aurora boreal. Que por algún motivo el destino existe, y eso hace que me sienta un poquito más importante. 
Recalcas lo insignificante que es tu presencia, y no puedo evitar sentir como mi corazón se contrae de golpe y se vuelve un poco más pequeñito. Siempre he odiado que no valoraran lo que para mi suponía respirar. 

4 de septiembre de 2016

Keine Angst?

No sé.
No sé que va más despacio.
Si mi ordenador,
o mi capacidad de tomar decisiones.
Quizás tenga miedo.
Quizás, quizás tengo miedo.

Nuestro problema no es saber lo que es correcto o no. Nuestro problema es decidir si algo nos conviene o no. Y a mi no me conviene. De hecho, me viene mal. Fatal. Y además la casualidad de ser totalmente incorrecto. ¿Qué bien no?

A veces.
Más bien siempre.
Desearía ser completamente libre. ¿Tendrán las palomas estos problemas? ¿Pensarán las gaviotas tanto como yo en la profundidad del mar? Me estoy comiendo la cabeza por problemas del primer mundo. Como no tener un enchufe cerca de mi cama. Como no poder comprarme ropa más bonita.
Como no saber qué voy a hacer con mi vida.

Tengo miedo. Ya no solo es "quizás", porque lo sé. Estoy aterrada y no sé que hacer.
Ojalá dejarse llevar por la marea. Y olvidarme.

30 de agosto de 2016

Home is such a lonely place without you

No es solo decir "adiós" lo que duele. No son los abrazos, ni los besos o los "tenemos que volver a vernos". He descubierto que la ausencia no es tan horrible como esto. Me arden las pupilas al pensarlo, se contraen mis válvulas cardiovasculares, mi sangre se congela en el tiempo. No hay nada más sincero que las despedidas. No hay nada más perjudicial que el pensar demasiado. Pienso en los planes que no se pudieron hacer, en los que se llevaro a cabo pero no volverán a repetirse. Pienso en esa sensación de deja vu incompleta, en un vacío irremplazable. Y me mata. 
Me mata porque al final del día soy solo yo. No importa lo mucho que lo intente, todos se van. Porque por desgracia nada es para siempre y me empeño en andar de cara al viento. 

17 de junio de 2016

Light beyond the blue.

Solo quiero calma. Respirar el silencio, que el dióxido de carbono roce la comisura de mis labios. Quiero verlo todo azul, mar y cielo haciendo el amor, desdibujando el horizonte cada uno a su manera. La espuma abrazando a las rocas, desgastando su cariño. Y que aún así, esta no olvide lo mucho que adora los acantilados, platónicamente altos y afilados. Ellos susurran su nombre con ayuda del viento, y al mínimo atrevimiento de las olas, las parte en dos. Irónico que tanto amor llegue a salpicar apenas la punta de mis pies.
Solo quiero calma. Que el aire caliente ascienda y el frío se quede aquí abajo. Y me despeine de la manera más tranquila posible. Que no me importe tener el pelo en la cara porque lo que me interesa ver está aquí dentro. Así  las nubes nadan sin prisa, empujadas por sus aletas y brillantes a la luz del sol. Yo las acompaño hasta donde puedo, pero acabo por quedarme atrás.
Es cuando rompo la calma y choco contra la marea.

20 de mayo de 2016

生病你的屎的。

Estoy harta. Harta de todo y de nada. 
Porque siento que me desgasto buscando oasis en el desierto, porque mis verdes se manchan de azul. Algo dentro de mi crece y mi caja torácica no es suficiente, mis pulmones están negros y el aire que respiro lleno de humo. Tóxico, lleno de mierda. De pura mierda. 
Sabía que todo lo que sube baja, esta vez es profunda, no hay desinfectante que valga. No trates de lavarte las manos porque tienes la chaqueta llena de mierda. Pura mierda. 
Y por la noche, no duermes. Alguien arruga tus sábanas y procura que la oscuridad se proyecte en tus párpados. Ojalá no salga el sol. Ojalá sigas en vigilia continua. 
Porque no descanso, no paro de correr, de buscar. 

5 de abril de 2016

Si quieres enamorar a cualquiera, haz esto.

«Quería que hiciésemos esto juntos»

Sentados en mi cama, dejando escapar pequeñas arrugas entre las sábanas. Solo tú y yo, rodeados de recuerdos colgados por mis paredes, algunos de ellos llevando tu esencia. Mientras probablemente vuelas a otro mundo muy lejos de mí yo me pregunto cómo es posible encontrar una combinación más perfecta que la de nuestras presencias el día que nos conocimos. Otros habrían usado lo que tú supiste aprovechar. Te miro, y deseo que mis pupilas sean capaces brillar, de iluminarte y que algo en tu interior se encienda.

«Se supone que nos tenemos que hacer estas preguntas el uno al otro...»

¿Podría haber unos ojos más tiernos que los tuyos? ¿Por qué tus manos me parecen incompletas? No soy capaz de decirlo en alto, y lo mantengo entre mis labios, esperando a que te acerques y me dejes manifestarlo. Lees una de las preguntas y esperas a que yo responda, no sé cuáles son tus intenciones, qué es lo que buscas, pero que te intereses de esa manera por mí despierta mil aleteos que llevaban mucho tiempo dormidos.

«¿Cuál es tu recuerdo más doloroso?»

Y sin quererlo he acabado llorando, en frente de ti, que hasta ahora solo me habías conocido con una sonrisa. Permaneces quieto porque probablemente no sepas muy bien a qué viene todo eso, o quizás porque como yo, no te esperabas que se me humedecieran las pestañas. Me avergüenzo porque me siento desnuda, vulnerable. Me alegro porque a tu lado me siento más cómoda, arropada del resto del mundo. Y tú me cuentas cosas que no me espero, que no van a juego contigo ni con esta situación. Aprendo detalles que muchas habrán pasado por alto. Me quedo enganchada en los puntos más afilados de tus palabras, y caigo por la suavidad de tu mirada.

No sé qué pretendías que pasara aquella mañana, pero funcionó.

21 de marzo de 2016

Cuando llueve y te preguntas dónde.

Llovía. 
Aunque no sabía si fuera, o dentro. 
Gotas caían pos sus muslos, y desde arriba unas grotescas vistas. Lo giró hacia la izquierda, rojos, sus hombros solo imitaban. Poca luz; gris y naranja eran contrarios y aún así tocaban una de las melodías más tristes del mundo. Juntos chocaban contra el suelo de madera y desteñían los azulejos. Y ella, una de las compositoras más anónimas jamás conocida, frotaba las cuerdas que permanecían rotas sobre su costado. El vapor lloraba al cristal; al espejo, pedía clemencia. Todo flotaba y una vez volvía el frío se condensaba sobre su cabeza. Mojada la lluvia cubría su desnudez. Esta misma extendía sus manos y acariciaba las partes más delicadas, las más ocultas. Ella lo notaba y dejaba trabajar a su vieja aliada. El calor se iba poco a poco, mientras la humedad obstinada construía cobijo entre enjutas. Se iría oxidando, pero de momento todo iba bien. 

18 de marzo de 2016

18 de Marzo de 2016; 22:57

No sé. Me acabo de sentar frente al ordenador sin saber muy bien que escribir. Bueno, más bien he tirado el ordenador en mi cama y comenzado a buscar cualquier combinación de palabras que me sirviera para empezar. Como si un colchón pudiera ser un lugar de trabajo. Como si el somier fuera mi oficina y las sábanas simples becarias. Y qué escribir que merezca la pena ser leído. Como si no hubiese miles y miles de textos protestando, gritando desesperados la palabra cambio entre sus espacios. Como si no se hubiese dicho ya que esto se va a la mierda, que estamos tocando fondo. 

Suena el despertador a las seis y media de la mañana y me niego a abrir los ojos. Me lavo la cara pero sigo medio dormida. Mis párpados continúan cerrados mientras desayuno. Pierdo el tren y me doy cuenta de que desde las seis y treinta y uno tenían que haber estado abiertos. Nuevos Ministerios ahora se encuentra 15 minutos más lejos de mi. Supongo que no puedo pedir a los demás que despierten cuando ni yo soy capaz de distinguir sueño de vigilia. 

Tampoco puedo pedirle al mundo que recupere un poquito de su sentido común cuando el mío está de baja y el ascensor roto. Me seguirá faltando la cohesión, mucha coherencia, y ya ni hablemos de la adecuación. Aún así me considero afortunada al ver cualquier impedimento como un obstáculo y no como una condición. Y ¡madre mía! Menuda suerte al ser capaz de poder elegir entre ambas opciones. 

Sería maravilloso que todos fuéramos menos egoístas. O quizás que hubiéramos nacido sin cuello y nos fuera imposible torcer la cabeza hacia otro lado cuando vemos algo que no nos gusta. Y todo hubiera sido mucho más diferente. 

Pero por mucho que me digan que los párrafos no deben empezarse con pero, creo que poner pegas nunca ha estado de más, y que deberíamos tomárnoslas en serio de vez en cuando. 

No sé. Yo solo escribo mientras las ideas poco a poco se me desgastan. 

2 de marzo de 2016

Everybody hurts this way.

Pesa tanto que anda encorvada, mirando hacia abajo y perdiendo la vista entre pensamientos. Le duelen las rodillas porque están cansadas de caminar, de ir continuamente hacia delante. Sin rumbo. Empuja, porque se cae de sus hombros. Lucha por controlarlo y que no salga de ahí. Lo mantiene entre paredes similares al mármol, pero tan frágiles como el cuarzo. Se dan de sí hasta que es irreversible. Y no volverán a ser las mismas, por mucho que lo nieguen.

Se ha negado tanto tiempo, lo ha escondido tantas veces, que ahora nota como sus murallas se quiebran una vez más. Pero sigue caminando, sigue sujetándolo con todas sus fuerzas. Ya solo se preocupa por eso, que no caiga, que no escape de su cárcel. Aunque sea ella quién acabe por los suelos, no dejará que aterrice sobre el asfalto. Nunca la abandona, y siempre está ahí. Cada vez que gira una esquina, la encuentra, y la busca. No se da cuenta de que ya no está, al menos, por aquí.

14 de febrero de 2016

Pack de cosas que tiene la vida.

Sutil y confuso es el césped verde que se asoma en febrero. Incomprendido es el cerezo que ha florecido en noches de helada. Y ella, que pasa horas sentada en un tren de vuelta, aún no es nada más que oxígeno robado al espacio. Cualquier canción suena a través de sus cascos, y de alguna manera, se coordina con el ir y venir de sus neuronas, con las chispas que saltan al conectarse las unas con las otras. El sol se cuela en el cielo, en un mar de nubes que está seco, y sin quererlo apenas, apunta a sus pupilas, negras cual estrella después de morir. Serán las nueve de la mañana pero llega tarde a una cita consigo misma, y eso solo lo saben ella y sus sábanas. Se imagina en otro lugar, donde el asiento junto a ella está ocupado. Donde su cabeza no descansa en un respaldo si no en su hombro. Visualiza unos ojos que no pueden verla, y una sonrisa que no puede probar. Se muerde el labio y deja que una parte de ella se escape entre sus dientes.

Y dejó de ser nada.

29 de enero de 2016

Autodestrucción.

Tiene sed y busca. Tiene ganas y no se las aguanta. Se arrastra, repta, traza huecos allá donde pasa. Es ciego, es sordo, y además una broma de mal gusto. Hambre y sus tripas rugen, no encuentra. Sabe que lo hará de todos modos, que solo es cuestión de tiempo, que sólo hace falta esperar un poco más. Y cuanto más aguarda más crece, se llena de aire contaminado y lo único que exhala es humo. Se pudre poco a poco por dentro, hasta que finalmente halla.

Y es hallado sin aviso alguno. Entra por su boca y oprime sus pulmones, bloquea la tráquea y roba las palabras. Deslizándose por su intestino delgado registra cada pequeño rincón, tantea qué es mejor, qué puede doler más. Oye algo, más arriba. Golpes, quizá un prisionero tratando de salir de su cárcel. Viaja por sus venas, tiñéndolas de negro, manchando cada glóbulo rojo de putrefacción. Moviéndose rápido, ansioso, su presa está cerca.

Llega y todo se detiene. Desgarrador, visceral, aprieta ahí donde más duele, donde nadie había entrado nunca. Roba lo que se había mantenido bajo llave, tira todas las puertas abajo. ¿Cómo? ¿Qué es capaz de hacer semejante destrucción? ¿Qué ha descosido sus roturas? 

Él mismo.

21 de enero de 2016

All the pretty girls.

      Tengo la esperanza de que sigues ahí. De que eres la de siempre y que siempre has sido quién eres. Porque muchos ven lo que haces. Muchos juzgan lo que piensas, lo que decides, tu ropa, tu pelo, tus lentillas, tus errores, tu manera de cambiar. Pero yo sé que sigues siendo la misma. Después de todo tus palabras siguen invariables, estáticas, fijas en tinta virtual, en ideas que viajan en el aire. Permaneces escondida detrás de ese papel, del cartón que cubre tu cara y las ceras que te llenan de curvas y esquinas afiladas. Sin embargo, tengo la esperanza de que sigues ahí. Porque a mi no me engañas, se ver a través de ti.

      Olvida esa armadura de la que te has provisto, las críticas, los insultos, lo que has pasado para llegar hasta aquí. Porque te entiendo, te veo, y no sé como explicarte que todo está bien. Todo va a ir bien, si me escuchas, si me haces caso. A mí, no a ellos. Sé que tu vacío se ha llenado de confianza, sé que te ves de otra manera. Y está muy bien. Estás muy bien. Así que no te preocupes de verdad, sé quién eres.

15 de enero de 2016

Cuando rozas el cielo con tu nariz.

He decidido que voy a iniciar una pequeña revolución. Y me voy a manifestar. Y alzaré pancartas, con himnos que se peguen a las paredes, que taladren los oídos de cualquier caminante perdido, que indaguen en las neuronas de quién sea que me escuche. Pero que me escuchen. 

Porque, ¿cómo puedes odiar la lluvia? ¿Qué se te pasa por la cabeza cuando sacas el paraguas del bolso? ¿Y por qué miras con desprecio las aceras mojadas, los charcos formados en sus irregularidades? ¿Es que no ves lo que te pierdes?

Y ellos se conocerán en un portal, resguardados de las gotas que amenazan con mojarles la chaqueta. No se lo esperaban pero así es la lluvia: imprecisa, espontánea e impredecible. Se mirarán incómodos y pretenderán que ninguno de los dos está ahí. Tratarán de evitarse ocultando sus ojos tras una pantalla, pero ambas están mojadas. Y no les quedará más remedio que alzar las cejas, finalmente considerando la existencia del otro. 

Tormenta es lo que ve y tormenta es lo que siente. Pero deja que el frío se funda en sus manos, y se derrita sobre aquella taza de té. El agua se rompe contra el cristal de su ventana, y desde la comodidad de su cama observa cómo los árboles luchan por mantenerse en tierra, firmes. Para ella no podrían estar más vivos. Agitan sus ramas al viento, retándole. No sólo a él, si no además a la gravedad. 

Porque sigo sin entender cómo puedes odiar la lluvia. Cómo es posible que nunca te hayas quitado la capucha y dejado que filtre por cada uno de tus poros. Cómo puedes vivir sin saber lo que es dejarse llevar por completo, el pensar en el momento, en ahora, en que eres tan humano y estás vivo. Joder que sí, que sigues vivo. Que sentir el frío en tus mejillas solo te las pondrá rojas. Que no hay nada de malo en saber encontrar los rayos de luz en cada nube, y que no es delito cantar a pleno pulmón aunque no te sepas la letra. Que llueva, y que nos inunde por dentro, que nos haga sentir llenos, que os olvidéis por un momento de lo demás y  que aprendáis a vivir de una vez. Que ya es suficiente ¿no?

Y que esta ha sido mi pequeña manifestación, un breve discurso que llevaba un tiempo empañando mis sueños y que bueno, os ha hecho perder el tiempo.

O no.

13 de enero de 2016

Boom.

Cerró los ojos y respiró profundo. Pero nada salió, estaba hueco.
Dentro no había nada, nada útil, nada relevante, solo aire. Y suspiró empujándolo de su interior. Intentó llenarse de algún modo, leyó un par de páginas y pensó que era suficiente. Se sorprendió al ver que las letras resbalaban por su garganta y que no era capaz de retenerlas en su interior. Una vez más vacío. Una vez más, en vano.

Y algo corría por su mejilla, no se atrevió a comprobar si era negra o transparente.

Dos agujeros a cada lado, cada vez más hundidos.
¿Qué? ¿Qué se te escapa?
Polvo bailaba a su alrededor, vacilante, destinando al olvido, a la causa perdida, a las esquinas abandonadas. Unos ojos en forma de desesperación, sincronizando sus pestañas con unas mejillas enrojecidas, labios entreabiertos.

Y respiró profundo. Sin embargo no pudo, se quedó atascado, a medio camino, en tierra de nadie. En una lucha constante, en dejar de prestarle importancia hasta que le robaba el oxígeno. Hombros escondidos, espalda curva, la gravedad tiraba con todas sus fuerzas mientras que la suya era exiliada de su pecho. Ajeno todo lo que giraba a su alrededor, una lluvia interna constante, granizo rompiendo sus ventanas, el agua se colaba por sus umbrales, inundaba el alféizar y se penetraba en el parqué.

Estalló y todos se preguntaron por qué.

10 de enero de 2016

Más.

¿Y ya está bien no?
Ya vale joder, ya vale de guerras, 
De traicionarnos, de dar tanta pena.
Porque damos pena, vergüenza ajena. Porque estamos redifiniendo humanidad con sangre y tiñiendo, 
manchando plumas de rojo, fingiendo 
que tenemos ojos,
no sé si olvidando que hay otros.
Si, tendrás las zapatillas más bonitas, 
que si ya las imitas, 
no valen, así que no te limitas,
gastas el dinero que partió la espalda a tu padre, 
los ahorros para un capricho de tu madre
y aún así no es suficiente. 
Más, solo quieres más. 
Él ayer olvidó el nombre de quien le dio la vida, 
la guerra recuerda, lo demás olvida. 
Era pequeño, "y si, con algo mejor sueño" dijo, a su hijo, cuando la agarraron, cuando le arrancaron los diminutos dedos de su camisa, cuando con tanta prisa ni recordó cuál era su risa. 
Y en un mundo paralelo alguien sonríe, extraño a un mundo lejano de las paredes de su cuarto.
No puedo con esta injusticia, de verdad que no la aguanto. 
Peor es añadir peso a la balanza, desequilibrar esta alianza del ser humano consigo mismo. 
Peor es ver sufrir y olvidarme. 
Peor es decir y pararme. 
Peor es escribir y quedarme. 
Quedarme en mi escritorio, en mi casa, cuando fuera llueve pero nada pasa. Nada ocurre. Nadie se mueve. 
Abren los paraguas y la molestia ahora es leve. Y todavía se mojarán los calcetines y se quejarán, dirán que probablemente se resfriarán. 
Ella corre para perder, él busca para encontrar, para beber. Querer es poder, pero no siempre ha servido para él. 
No tiene nada pero por ella lo daría todo. 
Obtuvo el mundo pero no supo compartirlo, le puso un precio e hizo que todo quedara fuera de las cámaras, de los ojos, de sus caras.
Hicieron reunión y de tripas corazón.