29 de enero de 2016

Autodestrucción.

Tiene sed y busca. Tiene ganas y no se las aguanta. Se arrastra, repta, traza huecos allá donde pasa. Es ciego, es sordo, y además una broma de mal gusto. Hambre y sus tripas rugen, no encuentra. Sabe que lo hará de todos modos, que solo es cuestión de tiempo, que sólo hace falta esperar un poco más. Y cuanto más aguarda más crece, se llena de aire contaminado y lo único que exhala es humo. Se pudre poco a poco por dentro, hasta que finalmente halla.

Y es hallado sin aviso alguno. Entra por su boca y oprime sus pulmones, bloquea la tráquea y roba las palabras. Deslizándose por su intestino delgado registra cada pequeño rincón, tantea qué es mejor, qué puede doler más. Oye algo, más arriba. Golpes, quizá un prisionero tratando de salir de su cárcel. Viaja por sus venas, tiñéndolas de negro, manchando cada glóbulo rojo de putrefacción. Moviéndose rápido, ansioso, su presa está cerca.

Llega y todo se detiene. Desgarrador, visceral, aprieta ahí donde más duele, donde nadie había entrado nunca. Roba lo que se había mantenido bajo llave, tira todas las puertas abajo. ¿Cómo? ¿Qué es capaz de hacer semejante destrucción? ¿Qué ha descosido sus roturas? 

Él mismo.

21 de enero de 2016

All the pretty girls.

      Tengo la esperanza de que sigues ahí. De que eres la de siempre y que siempre has sido quién eres. Porque muchos ven lo que haces. Muchos juzgan lo que piensas, lo que decides, tu ropa, tu pelo, tus lentillas, tus errores, tu manera de cambiar. Pero yo sé que sigues siendo la misma. Después de todo tus palabras siguen invariables, estáticas, fijas en tinta virtual, en ideas que viajan en el aire. Permaneces escondida detrás de ese papel, del cartón que cubre tu cara y las ceras que te llenan de curvas y esquinas afiladas. Sin embargo, tengo la esperanza de que sigues ahí. Porque a mi no me engañas, se ver a través de ti.

      Olvida esa armadura de la que te has provisto, las críticas, los insultos, lo que has pasado para llegar hasta aquí. Porque te entiendo, te veo, y no sé como explicarte que todo está bien. Todo va a ir bien, si me escuchas, si me haces caso. A mí, no a ellos. Sé que tu vacío se ha llenado de confianza, sé que te ves de otra manera. Y está muy bien. Estás muy bien. Así que no te preocupes de verdad, sé quién eres.

15 de enero de 2016

Cuando rozas el cielo con tu nariz.

He decidido que voy a iniciar una pequeña revolución. Y me voy a manifestar. Y alzaré pancartas, con himnos que se peguen a las paredes, que taladren los oídos de cualquier caminante perdido, que indaguen en las neuronas de quién sea que me escuche. Pero que me escuchen. 

Porque, ¿cómo puedes odiar la lluvia? ¿Qué se te pasa por la cabeza cuando sacas el paraguas del bolso? ¿Y por qué miras con desprecio las aceras mojadas, los charcos formados en sus irregularidades? ¿Es que no ves lo que te pierdes?

Y ellos se conocerán en un portal, resguardados de las gotas que amenazan con mojarles la chaqueta. No se lo esperaban pero así es la lluvia: imprecisa, espontánea e impredecible. Se mirarán incómodos y pretenderán que ninguno de los dos está ahí. Tratarán de evitarse ocultando sus ojos tras una pantalla, pero ambas están mojadas. Y no les quedará más remedio que alzar las cejas, finalmente considerando la existencia del otro. 

Tormenta es lo que ve y tormenta es lo que siente. Pero deja que el frío se funda en sus manos, y se derrita sobre aquella taza de té. El agua se rompe contra el cristal de su ventana, y desde la comodidad de su cama observa cómo los árboles luchan por mantenerse en tierra, firmes. Para ella no podrían estar más vivos. Agitan sus ramas al viento, retándole. No sólo a él, si no además a la gravedad. 

Porque sigo sin entender cómo puedes odiar la lluvia. Cómo es posible que nunca te hayas quitado la capucha y dejado que filtre por cada uno de tus poros. Cómo puedes vivir sin saber lo que es dejarse llevar por completo, el pensar en el momento, en ahora, en que eres tan humano y estás vivo. Joder que sí, que sigues vivo. Que sentir el frío en tus mejillas solo te las pondrá rojas. Que no hay nada de malo en saber encontrar los rayos de luz en cada nube, y que no es delito cantar a pleno pulmón aunque no te sepas la letra. Que llueva, y que nos inunde por dentro, que nos haga sentir llenos, que os olvidéis por un momento de lo demás y  que aprendáis a vivir de una vez. Que ya es suficiente ¿no?

Y que esta ha sido mi pequeña manifestación, un breve discurso que llevaba un tiempo empañando mis sueños y que bueno, os ha hecho perder el tiempo.

O no.

13 de enero de 2016

Boom.

Cerró los ojos y respiró profundo. Pero nada salió, estaba hueco.
Dentro no había nada, nada útil, nada relevante, solo aire. Y suspiró empujándolo de su interior. Intentó llenarse de algún modo, leyó un par de páginas y pensó que era suficiente. Se sorprendió al ver que las letras resbalaban por su garganta y que no era capaz de retenerlas en su interior. Una vez más vacío. Una vez más, en vano.

Y algo corría por su mejilla, no se atrevió a comprobar si era negra o transparente.

Dos agujeros a cada lado, cada vez más hundidos.
¿Qué? ¿Qué se te escapa?
Polvo bailaba a su alrededor, vacilante, destinando al olvido, a la causa perdida, a las esquinas abandonadas. Unos ojos en forma de desesperación, sincronizando sus pestañas con unas mejillas enrojecidas, labios entreabiertos.

Y respiró profundo. Sin embargo no pudo, se quedó atascado, a medio camino, en tierra de nadie. En una lucha constante, en dejar de prestarle importancia hasta que le robaba el oxígeno. Hombros escondidos, espalda curva, la gravedad tiraba con todas sus fuerzas mientras que la suya era exiliada de su pecho. Ajeno todo lo que giraba a su alrededor, una lluvia interna constante, granizo rompiendo sus ventanas, el agua se colaba por sus umbrales, inundaba el alféizar y se penetraba en el parqué.

Estalló y todos se preguntaron por qué.

10 de enero de 2016

Más.

¿Y ya está bien no?
Ya vale joder, ya vale de guerras, 
De traicionarnos, de dar tanta pena.
Porque damos pena, vergüenza ajena. Porque estamos redifiniendo humanidad con sangre y tiñiendo, 
manchando plumas de rojo, fingiendo 
que tenemos ojos,
no sé si olvidando que hay otros.
Si, tendrás las zapatillas más bonitas, 
que si ya las imitas, 
no valen, así que no te limitas,
gastas el dinero que partió la espalda a tu padre, 
los ahorros para un capricho de tu madre
y aún así no es suficiente. 
Más, solo quieres más. 
Él ayer olvidó el nombre de quien le dio la vida, 
la guerra recuerda, lo demás olvida. 
Era pequeño, "y si, con algo mejor sueño" dijo, a su hijo, cuando la agarraron, cuando le arrancaron los diminutos dedos de su camisa, cuando con tanta prisa ni recordó cuál era su risa. 
Y en un mundo paralelo alguien sonríe, extraño a un mundo lejano de las paredes de su cuarto.
No puedo con esta injusticia, de verdad que no la aguanto. 
Peor es añadir peso a la balanza, desequilibrar esta alianza del ser humano consigo mismo. 
Peor es ver sufrir y olvidarme. 
Peor es decir y pararme. 
Peor es escribir y quedarme. 
Quedarme en mi escritorio, en mi casa, cuando fuera llueve pero nada pasa. Nada ocurre. Nadie se mueve. 
Abren los paraguas y la molestia ahora es leve. Y todavía se mojarán los calcetines y se quejarán, dirán que probablemente se resfriarán. 
Ella corre para perder, él busca para encontrar, para beber. Querer es poder, pero no siempre ha servido para él. 
No tiene nada pero por ella lo daría todo. 
Obtuvo el mundo pero no supo compartirlo, le puso un precio e hizo que todo quedara fuera de las cámaras, de los ojos, de sus caras.
Hicieron reunión y de tripas corazón.